-Es suficiente, gracias. Un taxi lo llevará.
Y recojo corriendo, con una velocidad inusitada; como si mi pellejo quisiera huir de mi cuerpo y el corazón lo ayudara.
En la puerta espero hecho un ovillo, y aunque llovizna no tengo ya nada de frío. Cojo un espejo de bolsillo y con toallitas borro lo que me quedaba de dignidad. Tiro la nariz a un lado de la puerta y cae como un corazón roto. Esperando entre hipidos que un coral con ruedas me rescate.
Extraído del relato “Payaso”, del libro “Soledad Acompañada”, de A. B. Durán.